LA
ENFERMEDAD COMO CAMINO IX
El
que vive en este mundo y no sabe que todo lo que ve y siente “es él mismo”, cae
en el engaño y en el espejismo, como ocurre cuando soñamos que nos parece real
mientras dura. Hay que despertar del gran sueño de nuestra existencia para
descubrir el espejismo. Es decir, entender que todo lo que somos y no aceptamos,
lo proyectamos hacia afuera, en situaciones o personas que nos muestran esa
parte que no reconocemos poseer y que criticamos en ellas.
NUESTRA
SOMBRA NOS ANGUSTIA pues estamos convencido que es la totalidad de aquello que
queremos desterrar de este mundo para que este fuera santo y bueno, pero ocurre
todo lo contrario, la sombra es todo aquello que le falta reconocer como propio
a nuestra personalidad y es lo que nos hace enfermar, pues el no reconocimiento
nos hace incompletos.
Preguntar
por la verdadera causa de nuestra “herida” (enfermedad), es atreverse a
descender a las oscuras partes (sombras), o sea lo no asumido en nosotros.
Asumir y encarar esa parte
oscura (ej: envidia, celos, rencor, odio, miedos, etc), es lo que nos ayuda a
sanar (curarse de la enfermedad, ej, un simple resfrió).
Esta
es la clave para lograr la curación, pues un “síntoma”, siempre es una parte de
la sombra que se a introducido en la materia para que tomemos conciencia de esa
parte no asumida.
Por el síntoma experimenta el ser humano
aquello que no ha querido experimentar concientemente.
No es
de extrañar que nos gusten tan poco nuestros síntomas ya que nos obligan a
asumir aquellos principios que nosotros repudiamos y entonces proseguimos
nuestras luchas contra los síntomas, sin aprovechar la oportunidad que se nos
brinda de utilizarlos para completarnos.
Nuestro cuerpo es espejo de
nuestra alma (que es perfecta); él nos muestra aquello que nuestra alma no
puede reconocer más que por su reflejo (lo que vemos afuera), pero de que sirve
el espejo por bueno que sea, si nosotros no nos reconocemos en la imagen que
vemos?
Con
todo amor, nos seguimos pensando, Lily y Pato.