miércoles, 29 de junio de 2011





POR QUE OPONEMOS RESISTENCIA II

“NO QUIERAS CANBIARME”
Todos nos resistimos a cambiar de ideas, de opiniones y de creencias. 
LA PSICOLOGÍA LO DENOMINA “DISONANCIA COGNOSCITIVA”, lo que significa simplemente que a la mente humana le resulta casi imposible contener dos creencias u opiniones contrarias. La gente opone resistencia a cualquier idea o concepto susceptible de constituir una amenaza para alguna de sus creencias o hábitos de comportamiento.
Esta resistencia al cambio resulta muy desalentadora por que induce invariablemente  a las personas a explicar racionalmente o justificar el motivo por el cual no deben actuar en la forma que nosotros queremos que lo hagan y cuando nos oponen resistencia a esta clase de comportamiento acabamos colocando rótulos, pues nos sentimos frustrados.
Veamos “algunos” ejemplos de cómo calificamos, según con quien nos relacionamos:
Tercos, egoístas o desconsiderados…. En la relación matrimonial
No nos ama….. Cuando no actúan cómo creemos que debe hacerlo
Falta de colaboración, insubordinación…. Si se resiste un empleado. Planteamiento de objeciones… desde un vendedor a un cliente difícil.
Testarudez…. De un cliente en una negociación comercial.
Actitud negativa o estrechez mental….. Al verla en los amigos
Falta de madurez o actitud equivocada…. En nuestros hijos
Abismo generacional ….. Cuando los hijos lo ven en los padres.
(para divertirse un rato, busque que calificativos utiliza a la hora de relacionarse con el otro que no hace lo que ud quiere o considera correcto)


RESISITENCIA “DEL MAL HUMOR”
Esto sucede en  aquellos días en que nos sentimos bajoneados, cansados, desalentados, deprimidos, irritables, etc, en los que no es ni siquiera necesario que haya un motivo. Con independencia de cual sea el o los motivos,  para encontrarse de tan mal humor, las personas no aceptan otra cosa más que el aislamiento o la huida. En esos momentos sugerir que haga un esfuerzo o tome una decisión, creará muchísima resistencia.

Estas dos resistencias, se generan cuando no entendiendo qué le ocurre al otro le exigimos que realice algo que no está dispuesto a hacer o que todavía no está en condiciones de asimilar el cambio y realizarlo.

Otra vez gracias a Robert Conklin, autor del libro “Cómo hacer que la gente haga cosas” (aunque nada tiene que ver con el título), que nos sigue explicando parte de la complejidad humana de la cual somos parte y nos identificamos completamente.

Con amor, nos seguimos pensando Lily y Pato.

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